Lo primero es considerar que aquellas personas que nos han educado o compartido nuestras vidas han hecho lo mejor que han podido, por lo que no podemos exigirles ni reclamarles que nos hayan hecho sentir culpables. La edad adulta o la madurez emocional consiste en que un debe empezar a ser independiente y a solucionar sus propias debilidades.
Luego, habría que comprender que en realidad no existe nada de malo en uno mismo, que la vida está ahí para aprender a vivirla, y que una equivocación, cuando es comprendida y se sabe sacar el conocimiento de ella, se convierte en un verdadero momento de retroalimentación.
El auto-castigo, la crítica a uno mismo, el querer “ser perfecto” o andar complaciendo a los demás para que lo acepten o quieran a uno, sólo habla de falta de dignidad o autovaloración. Habla de culpa. Así que habría que empezar a observarse uno mismo y determinar donde uno se critica o quiere ser perfecto, o donde está haciendo las cosas para los demás, poniéndose en último lugar.
La auto-observación es algo que no se debe descuidar, pues nos da datos claros de cómo estamos viendo y viviendo la vida. Observa cómo te hablas a ti mismo, como te tratas, cómo te ves a ti mismo, y así encontraras si hay culpa en ti. Y si detectas culpa… ¡no te sientas culpable! Es momento de empezar a cambiar tu perspectiva y tu visión hacia ti mismo, entablar un diálogo sincero con lo que eres, aceptar tus debilidades y aprender a amarte así como eres, creando diálogos amables y amistosos contigo mismo.
Obsérvate a cada momento del día, ve como tratas a los demás y observa cómo te tratan. Y si te sorprendes regañándote o criticándote, o complaciendo a los demás antes de lo que verdaderamente quieres o sientes, entonces, habla contigo, observa lo que no te gusta de ti, aprende de tus errores y nútrete de las experiencias, y repítete cosas bellas durante el día. Se tu mejor amigo y ve creciendo poco a poco tu propia confianza y valor.
Este artículo ha sido publicado el martes 14 junio, 2011
fuente biomanantial.com
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